Ecos Políticos. La Fiesta que Celebra la Vida y la Muerte

Ecos Políticos. La Fiesta que Celebra la Vida y la Muerte

El Xantolo o Mijkailjuitl, una de las celebraciones más importantes para las comunidades indígenas del estado de Hidalgo y de la región huasteca, es mucho más que una festividad: es una oportunidad única de preservar y honrar las raíces culturales profundas de México. Este ritual de Día de Muertos, que en lengua náhuatl significa «Fiesta de los Muertos,» representa una de las herencias vivas más antiguas, llenas de simbolismo, respeto y amor por quienes nos precedieron.

Cada año, a finales de octubre y principios de noviembre, las comunidades de la Huasteca hidalguense se preparan para recibir a los espíritus de sus seres queridos. Las familias levantan altares cargados de color, donde se colocan ofrendas de alimentos, velas, fotografías y, sobre todo, el cempasúchil, la flor que, con su aroma y color vibrante, guía el camino de regreso a casa. Este simbolismo nos recuerda la delicada línea entre la vida y la muerte, un vínculo que, en la cosmovisión indígena, no se rompe con el tiempo, sino que se renueva cada año.

El Xantolo es un recordatorio de la profundidad espiritual que poseen estas tradiciones, donde la muerte no se ve como un final, sino como una transición hacia otra forma de existencia. Para quienes participan y aquellos que observan, esta festividad es también una lección sobre la importancia de las raíces culturales en un mundo cada vez más globalizado. La celebración del Xantolo en lugares como Huejutla, Calnali o San Felipe Orizatlán ha ganado reconocimiento, atrayendo cada vez más visitantes que desean sumergirse en esta experiencia mística y única.

En un país donde el Día de Muertos ha sido absorbido en gran medida por el turismo y el marketing, el Xantolo ofrece una versión más íntima y fiel a las raíces indígenas. Es una celebración que no busca adornos comerciales, sino que se nutre de una espiritualidad auténtica. Las comunidades de la Huasteca han logrado resistir el embate de la comercialización, conservando el Xantolo como una fiesta comunitaria, viva y honesta, donde el sentido de pertenencia y la conexión espiritual son más fuertes que cualquier otro incentivo.

En el corazón del Xantolo o Mijkailjuitl está el compromiso con los ancestros, con la familia y con la vida misma. Es un recordatorio de que, en nuestra tradición indígena, los muertos nunca se van del todo, sino que habitan en el recuerdo, en el ritual y en el amor de sus descendientes. Así, mientras las velas se encienden y las ofrendas se colocan en los altares, cada flor de cempasúchil, cada alimento y cada canto le recuerdan a México la importancia de honrar lo que somos y de dónde venimos. En el Xantolo, el pasado y el presente se entrelazan, celebrando la vida en cada rincón de la Huasteca, donde los vivos y los muertos, juntos, siguen danzando.

Nos leemos la próxima.

Temístocles de Atenas.

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